lunes, 22 de mayo de 2017

El anillo de Polícrates

Había previsto la última clase de Las Bacantes, la tragedia que hemos estado traduciendo todo este cuatrimestre, para que la comentásemos en conjunto. Al final, como me temía, acabé monopolizando yo casi todo el tiempo; el viejo truco de hacer como que ofreces dar la palabra y acabas tú de monólogo satisfecho,
La cosa es que al acabar de leerla me había acordado de esa envidia (φθόνος) que describe Heródoto que sienten los dioses ante la felicidad que parecía completa de Polícrates, tirano de Samos, En realidad todo era un mareo mental mío, porque en Las Bacantes simplemente estamos -creo- ante la venganza brutal de Dioniso, un dios que no tolera ni un atisbo de falta de piedad, él que no tiene ninguna ni siquiera con su familia cercana. Así se las gastaban los dioses griegos (pace García Gual).

Hoy me he acordado del anillo de Polícrates, que representa esa felicidad que no parece que pueda ser mayor y de la que los dioses sintieron envidia. Ayer fue mi cumpleaños. medio siglo (glup). Estuve muy acompañado: en casa, por teléfono, por mail, por whatsapp, hasta por SMS. La cosa es que me pasé una buena parte del día así, hablando, leyendo mensajes y contestando  Muy, muy querido me vi, muchas gracias a todos.

Sólo veo un nubarrón -ese yo mío feo- en este mundo de Dios en el que sé que todo será para bien. El viento sopla de cara, así que empiezo este nuevo medio siglo con gran alegría: a ver si consigo transmitiros algo, ahora que la tengo por arrobas.

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